martes, 30 de noviembre de 2010

Casita Azul


Flash de fotografía entra por la ventana.
Ella se asoma...ahí está el sol retratándole esa primera mala cara de la mañana.
Se quema los pies con la fría baldosa mientras llega a la cocina.
La cafetera le orina un humeante café. La mala cara desaparece.
El dibujito en el pocillo le pregunta cómo es que ha llegado a lucir así.
Se inclina y peina su imagen en el retrato que refleja la puerta del microondas.
A ella le parece que así está bien.
Suena el teléfono rojo...lo contesta...es él.
-Sí, ya mismo-. Cuelga. Deja el pocillo. No probó el café.
Se pone la flor amarilla en el pelo que se ha vuelto a despeinar.
Se pone uno de los supuestos dos patines...el otro se ha perdido.
Cierra tras ella la puerta verde y comienza a empujarse por la calle con un pie descalzo.
Llega a la casita azul en menos de un minuto.

-Sí, ya mismo-. Menos de un minuto..y ella ya está con él.

Nunca comprendió la rapidez con que le abrió el corazón y las piernas.
Tal vez nunca lo entienda.
Tal vez se enamoró.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Se acostó llorando...con el maquillaje corrido por toda la cara.
Se durmió…y al despertar…nuevamente estaba enamorada.

22 de Agosto de 2010

Me quedé mirándola por horas...
Poco se movía...pero su imperceptible menear me cautivaba.
Viéndola, me había dejado de sentir sola…sabía que desde tu ventana…tú también la mirabas y pensabas en mí.
Hoy no está tan redonda como la prefiero…pero hoy es lo único que tengo para sentirme contigo…entonces esta noche la amo…porque la uso para amarte a ti.
Su luz es muy intensa…se escabulle por el vidrio y refleja su resplandor en esa cama de sábanas rojas sobre las que tú y yo hacemos el amor.
Cada pedazo de luz me pinta una película, me hace un recuerdo de las veces que me comes el cuerpo esparciendo tu respirar y tu albúmina por cada centímetro de mi piel.
El lugar se colma de gemidos…los tuyos y los míos.
Es cuando la luna se asusta y se esconde callada detrás de una nube cualquiera…
La vaporosa aparición termina de pasar…y ahí está nuevamente el blanco satélite…mirándome (ahora ella) con los celos más irremediables de saber que esta noche tú la miras con amor…yo la miro con amor…pero ninguna de las dos miradas es para ella.

viernes, 11 de junio de 2010

Trece de Enero de 2010.

Llora, llora. Grita, grita…pero tú no la escuchas.
Patalea, patalea, patalea. Tratando de golpearte con sus piernecitas…pero tú no la sientes.
Convulsiona, convulsiona. Convulsiona desesperada de pensar que no te verá más.
Forcejea y forcejea contra los brazos que no la sostienen, porque tú la abandonaste, porque te fuiste para no volver.
Se golpea, se golpea y se sigue golpeando la cabeza contra la cerámica del blanco suelo que poco a poco se tiñe de un rojo cruel, pues ahora ella sangra y sangra…pero tú no haces nada por sus heridas.
Ella llora, grita, patalea, convulsiona, forcejea, se golpea y sangra hasta que sus lágrimas se agotan, sus gritos se apagan, sus piernas se desgarran, su cuerpo se estremece y su roja sangre se hace agua.
Entonces ya no tiene por qué llorar, gritar, patalear, convulsionar, forcejear, golpearse o gritar.
Pues ahora, tendida inerte junto a tu cuerpo en aquel ataúd, ella sabe que está contigo.

sábado, 5 de junio de 2010

Allá.

“Próxima parada” Dice una voz proveniente de no sé dónde.
Se escucha clara, pero yo parezco no encontrarme ahí.
Alguien duerme a mi lado. Siento su peso en mi hombro, pero está muy oscuro para ver y yo, muy distante para sentir.
Su respirar calmado me agita pues me desconcentra, me hace creer que estoy en el tren más que Allá.
Allá, le dicen.
- Abre los ojos y regresa de Allá.!!! –.
Pero no puedo. Ese lugar al que me escapo a diario, está muy dentro de mí como para salir de él.
Es cuando abro los ojos y pinto en mis pupilas un mirada fija, Adquiero, entonces, una apariencia de concentración.
Pero es sólo eso. Una apariencia, un disfraz, un engaño. Todo, menos lo que soy.
Allí afuera la gente suele verme caminar, se quedan viendo, les parezco demasiado interesante; pero no logran comprender por qué. No lo alcanzan a ver.
Y es que no es una respuesta que se encuentra en la perfección que irradio…porque sencillamente no está ahí afuera donde todos miran intentando descifrarme con curiosidad. Es algo ajeno a lo tangible, se sale del tiempo, se escapa de la realidad.
Percibo a mi compañero despertarse sobresaltado por el movimiento brusco del vehículo al llegar a su estación.
Luego se mueve. Ya no está.
Siento haberme quedado sola. En realidad, en ningún momento dejé de estarlo.
Me he quedado todo el tiempo allá.
Aquí.
Hablando conmigo.
Hablando contigo.

“Próxima parada” se escucha…
Aquí te bajas.
Abre los ojos, mueve los pies.
La gente te mira…pero tú: hace tiempo de fuiste de ahí.


Veintitrés de Abril, 2010.

martes, 1 de junio de 2010

La Otra.

Perlada, la luna, esta noche te observa.
Su iluminar incesante cautiva la oscuridad de tus pupilas. Penetra tus cienes, se escabulle por las venas y te seca el corazón.
Sueles repetirme al oído contantemente que sólo a mí me amas, pero no me puedo permitir creerte.
La amas a ella tanto como a mí. La esperas con ansias durante 27 días, y cuando llega te dejas seducir en su noche, apartando tu vista de mi cuerpo desnudo para desvestir su blancura con el más impuro deseo.
La humedad de tus ojos desaparece y se cristalizan de tanto resplandor.
Ella te coquetea en silencio pues sabe que el resto de las noches eres mío. Entonces, se menea con los movimientos más imperceptibles en el velo negro de la idílica noche.
La deseas tanto, pero nunca has logrado poseerla.
Con el paso de las horas ella se pierde, y al llegar la mañana sólo yo estoy a tu lado.
Me miras… me acaricias…ahora si recuerdas que me amas, que lo harás hasta que ella vuelva. Pero en silencio ruegas para que los próximos 27 anocheceres duren menos que la última vez.

Veintisiete de Mayo de 2010.

martes, 11 de mayo de 2010

Lo que ya no puedes ver.

Lo que más recuerdo son esas miradas.
La forma contorneada como me perdía en tu iris penetrante, con una facilidad que me hacía sentir tus ojos color tierra como una sustancia acuosa que no habría atravesado con un dedo, pero en la que me sumergía a diario.
Recuerdo esa mirada porque ninguna esfera ocular ha generado la mísma sensación en mí, y es lo que más me hace falta.
Sentirme perseguida hasta las cuencas de los ojos como por un extraño hasta que mi pupila redonda se desnudaba, y con ella el resto de mi cuerpo pues resultabas siendo el sujeto que mejor me conocía.
Amé nuestras conversaciones calladas, la manera en que te gritaba con el ceño hasta que hacíamos las paces…era cuando las vistas volvían a clavarse cálidas y todo en ellas era verdad.
Muchas veces me dijsite que me amabas, y cómo no creerle a la humedad que despedían tus ojos cada vez que, con tus dedos puestos sobre mis párpados, me lo decías.
Muchas otras veces no dijiste nada. Pero esas frases, que no llegué a escuchar, nunca fueron necesarias. En mis oidos era melodia ese movimiento de izquierda a derecha que bailaba tu retina buscando descifrar el magnetismo que nos consumía.
Me sé tus ojos de memoria.

Pero sierro los míos tranquila pues sé que tú... aun los recuerdas.

martes, 27 de abril de 2010

¿Quién engaña?

No contesta, no contesta.
Tal vez está dormidito.
No, tal vez está metido en la misma oscuridad con esa otra.
Tal vez esta noche no voy a llamar más.
No, tal vez voy a marcar la última vez.
Tres, uno, tres, cuatro, cinco, seis….
Tal vez mejor que se me olvide el resto del acostumbrado número.
No, tal vez recuerde el maldito por siempre.
Tal vez conteste y hablemos un rato perfecto.
No, tal vez lo apague y yo siga llorando.
Tal vez aprenda, me dé la vuelta y quede apaciblemente dormida.
No, tal vez me pare, coja el carro y en diez minutos este en esa casa.
Tal vez toque el timbre y hable pacientemente con la empleada.
No, tal vez me monte por el balcón y entre por la ventana.
Tal vez el bulto que se mueve sea él teniendo un sueño agitado.
No, tal vez esta revolcándose con alguien más.
Tal vez prenda la luz y los anticipe.
No, tal vez levante las cobijas y los sorprenda.
Tal vez me mira así porque me ama.
No, tal vez sólo muere por seguir en donde iba.
Tal vez me vaya.
Tal vez me acueste.
Tal vez se me olvide todo.

No contesta, no contesta.
No tal vez… sin duda: está dormidito.

Catorce de Diciembre, 2009

sábado, 24 de abril de 2010

Menopausia.

Mirándose en el espejo.
Imaginándose menos deforme de lo que se sentía.
Sintiéndose morbosa sin sentirse deseable.
Sin sentirse, sin sentirse.
No morbosa.
Depilándose ella sola.
Buscándose en ella misma.
Husmeándose por su cuerpo para ver si se encontraba.
O si se encontraba exánime de encontrarse depilándose ella sola.
Llorándose la menopausia encima.
Tocándose para dejar de sentirse intocada por los miles de kilos que se comía sola.
Entonces sola se comía porque así se sentía.
Sola se sentía mirándose en el espejo, sólo llorándose más arrugas y menos cabellos sin canas encima.

Catorce de Diciembre, 2009

Un vino de Copa.

Sirvo la copa en el vino y despacio, muy lentamente, ingiero los cristales que me cortan, rasgan y aruñan el tejido primero del esófago.
El aroma dócil del vino desafía la mucosidad de mis narices y se impregna para nunca desaparecer.
Y desespero, grito, lloro... por querer ser maltratada por el licor dulce que no logra tocar mi garganta, en vez de saborear la sangre aguda que con las esquirlas acaricia mi dolor.

Catorce de Diciembre, 2009

martes, 20 de abril de 2010

Orgia.

Algunas nubes describían fascinantes figuras al otro lado de la ventana. Afuera, la actividad sobre la arena era testigo de los millares de vaporosas imágenes que podían llegar a formarse con ayuda de los vientos provenientes del sur.
Pero su cabeza no se concentraba en aquello que era aparentemente captado por sus inexpresivos ojos. Su cabeza seguía dando vueltas inestables entorno a los efectos de la familiar botella de licor con la que en la noche anterior había creído ahogar sus penas.
Entonces recordó que no recordaba nada y se sintió enfermo. Desde el fondo del estómago los jugos gástricos lo indispusieron y sólo quiso eliminarlo todo. El ácido recorrió el esófago a gran velocidad y sin remedio atravesó la boca deteniéndose sólo en la fría superficie de cerámica. Un sin fin de partículas se encontraban ahora dispersas en el suelo, algunas de ellas parcialmente separadas constituían el repugnante líquido, mientras que otras un poco menos dispersas hacían de los fragmentos de comida que no habían logrado ser completamente digeridos.
Qué había ocurrido? Fue la cuestión que entonces su razonamiento le formuló.
Cerró los ojos:

Las imágenes tenues comenzaron a regresar a su mente y fue cuando recordó colores en aquella misma habitación. Centenares de colores que danzaban reflejándose en las paredes donde también eran proyectadas las sombras inquietas de los jóvenes habitantes del diminuto recinto.
Esas sombras se atraían magnéticamente unas a otras, se acercaban con frenesí y después de algunos segundos se distanciaban mostrando tensión en los cuerpos.
Seguía recordando:
Esa noche cada sujeto habría besado cada boca, inhalado cada aroma, palpado cada cuerpo, experimentado toda sensación. Aquella noche no hubo hombres o mujeres solteros, ni compañeros ni parejas estables.
Decidido por delante o sorprendido por detrás, cada joven experimentó que en definitiva no se hallaba solo en el mundo (ni mucho menos). Cada uno había hecho parte de una industria en la que desempeñaba todos los cargos.
Golpes, gemidos, gritos y jadeos colmaron el lugar, y esa excitante melodía estalló nuevamente en sus tímpanos.

Abrió los ojos.
A su alrededor los cuerpos desnudos yacían como prueba del descontrol y una vez más el sentimiento de agonía se apoderó de sus sentidos.
Entonces recordó cuando recordaba no haber recordado nada, y lamentó haberlo recordado.

Alguna tarde de Septiembre, 2009

martes, 13 de abril de 2010

Tres.

Él estaba enamorado. Ella, por supuesto, también lo estaba.
Ambos contaban con 18 años y llevaban juntos un buen tiempo. Tres minutos, quince horas, tal vez dos años....la vida entera.
Habían vivido cosas, muchas cosas: tantas cosas! y ahora ambos tenian un secreto.
Un secreto de aproximadamente 4 cm y 3 gramos...pero aunque muchos lo ignoran..para entonces el pequeño Mateo ya mueve la cabeza, los brazos y el tronco. Expresa lo que le agrada y desagrada con movimientos corporales primitivos: dando patadas y sacudiéndose. Se individualizan los dedos de sus manos y pies, se constituyen sus músculos, nervios y médula ósea.
Aún es muy pequeño, y nadie lo puede ver.
Pero ella lo siente en sus nauceas...en el casi imperceptible desequilibrio que le da cuando se marea.
Lo siente también cuando lo mira a él a los ojos...cuando deja que por detrás la abrace.
Hacían una linda la pareja...pero entonces, ahora son tres.
Los puedes ver cojidos de la mano? Los vez caminando tranquilos?

Él está enamorado. Y ella, por supuesto, también lo está.

Miradas.

Escuché mi nombre a mis espaldas y simplemente me di la vuelta esperando encontrar el pequeño grupo de jóvenes que me observaba intrigado, sin embargo, al mirar atrás sólo pude notar la mirada penetrante de ese único par de ojos enmarcados por las más largas pestañas. Pero yo, me limité a saludar.
Hay quienes dicen que los ojos son las ventanas del alma. Yo por mi parte pienso que son el reflejo desnudo del ser. Las esferas receptoras de toda imagen que fácilmente podrían entablar una conversación callada con una mirada lejana, haciendo que los sentimientos dormidos en los cuerpos de repente despierten y empiecen a crecer.
Entones sentí que ese día sencillamente nuestros cuerpos conversaron, pues nuestras mentes simplemente no parecían estar allí.
Y lo comprobé al notar que yo no me peguntaba por la persona que solías ser antes de mí. No importaba. Fue en esos insignificantes instantes de rápida quietud en que sentí cómo, sencillamente, tu mirada le respondía preguntas a la mía mientras yo me sentía por ti fascinada.
Hoy me preguntas qué es lo que se pasa por mis sueños, hoy me pregunto de qué color pintas las imágenes en las que aparecemos dibujados uno al lado del otro.
Y francamente, no tengo la respuesta a ninguna de esas cuestiones.
Entonces me limitaré a que, una vez más, tu mirada le responda preguntas a la mía, y yo no deje de sentir por ti esa ilógica fascinación.

Agosto, 2009

Tres días antes de Agosto, 2009.

Muchos sentimientos hoy dan vueltas en algún confín de mis sienes, algún rincón gris de la materia protegida por mi cráneo.
Y qué nube de inconformidades es la que me impide vislumbrar mi realidad?
Ha pasado ya mucho tiempo desde que decidí no volver a enamorarme y, sin embargo, hoy parezco encontrarme en el mismo escenario sin espectadores, nuevamente sola.
Pero eso no pudo haber sido amor.
Con determinación he pensado que cada sentimiento depositado en el universo debe ser recíproco para subsistir. Y éste en definitiva no lo fue. No existió. Fue sólo un espejismo carnal de los deseos que me agobian.
Su respiración aún impregnada en mi cuello me recuerda que yo, aparentemente, amaba sola mientras era utilizada para saciar una sed apasionada de mí.
Recordando los detalles, sin embargo, poco me importaban las ocurrencias que por su cabeza se paseaban, mientras recorría con sus tibios dedos la silueta de piel que recubre mis huesos.
Recuerdo también que hablábamos mucho, pero nunca recordaré de qué. Elegí olvidarlo, pues supe definir que cada palabra que salía de sus labios, que no eran solo míos, fue su más grande mentira.
He tomado hoy decisiones, con ayuda de las melodías que parecen rodearme mientras cicatrizo estas palabras en mí.
Tuvo siempre lo que quiso pero se limitó a beber de un trago la pasión que yo le ofrecía mientras buscaba degustar en él algo más que la mezcla de albúmina y agua que por sus glándulas salivales era segregada cada vez que me imaginaba sin el recubrimiento textil con el que los seres humanos salimos a la cotidianidad.

De repente todo cambia y me siento mejor.
Dieciséis de Noviembre del mismo año.

Ahora me acompaño a mí misma con una copa, con un abano puro, tal vez más tarde sean dos.
La sinfonía de mis pensamientos anhelantes se apodera de mis tímpanos y las imágenes de los recuerdos, en los que él era el protagonista, son accidentalmente manchadas por el vino que vierto a propósito sobre éstas.
El humo del tabaco se lleva los sonidos y el aspa de la ventilación los tritura cuando pretenden salir bien librados del recinto.
Experimento, pues, una envidia profunda hacia él por haber tenido conmigo tanto tiempo a solas.
Pero entonces recuerdo que sobre la mesa hay dos copas servidas y que ambas me las beberé yo.
Es cuando la endorfina que minutos antes me inyecté en las venas, al imaginar mis manos tensionadas en torno a su frágil cuello, al fin tienen efecto; y cada lágrima derramada, ahora perdida en alguna fibra de la alfombra, se ríe.
Desde el centro del estómago la más potente carcajada me domina, y simplemente no puedo evitar brindar con el espejo por el bienestar del reflejo que se proyecta ahora, que me encuentro justo frente a él.

Vicio.

Entonces el frío comenzó a llamar a su puerta aquella noche en los principios de agosto.
Llamó y llamó con golpes secos que se perdían gravemente en la penumbra de la oscura habitación en la que ella se encontraba, acurrucada como un niño con las manos entrelazadas entorno a las rodillas flexionadas, sudando fría desesperación. No se atrevía a girar el pomo de la puerta y dejar pasar sus temores.
No, esta vez no.
Pero entonces, todo quedo silencio.
El pausado golpeteo sobre la lisa superficie de madera se había detenido y ella se sentía triunfante.
Pero su piel comenzó a erizarse y el hielo se apoderó de su calor. La delgada rendija debajo de la puerta había sido el portal por donde el frío se escurriría en aquella ocasión.
Entonces sintió impotencia al notar como sus dientes castañeaban sin que ella pudiera hacer nada para detenerlos. Si no lo remediaba, ese estado la consumiría por completo.
Su mete había dejado de procesar pensamientos. Ya no había actividad alguna dentro de su organismo que generara calor. Lo que había temido durante toda la semana, finalmente se estaba materializando. Le habían dicho que era un vicio, ella insistía en que no; pero a esas alturas ya no podía vivir sin él y ese momento no sería la excepción, lo necesitaba…así que sólo se rindió.
Abrió quedamente el cajón de la mesa de noche continua a su cama, tomó uno y lo encendió.
Qué paz, qué tibieza, qué comodidad sentía ahora que lo sostenía entre sus dedos. Inhalaba calor y exhalaba los problemas de una rutina obstinada.
El humo del cigarrillo llenó la habitación. El frío salió por la rendija de la puerta por donde había entrado y ella, satisfecha…Lo apagó.

Agosto, 2009

Sonidos Orgásmicos.

Todos los rostros mirando en su dirección…a la espera.
Todas las pupilas dilatadas por su presencia…a la espera.
Y ella: a la espera…comenzó.
Entonces el gran auditorio se llenó de la conocida melodía y poco a poco todos los instrumentos de la orquesta se unieron al son de su batuta.
Nadie entendía nunca cómo lo lograba, pero su dirección hacía que en el público los cuerpos se calentaran de repente y sintieran excitación, excitación que era sólo saciada por los sonidos orgásmicos de las cuerdas al ser rozadas, los vientos al ser soplados, las percusiones al ser golpeadas.
Lágrimas en los ojos de los espectadores, jadeante la quietud de los oyentes, ávida la sed de los presentes.
Pero en ella cada uno de los movimientos era siempre fríamente calculado. Controlaba sus sentidos de una forma enigmática.
Al final de cada pieza, sólo las gotas de sudor en medio de su pecho podían confirmar la obsesión carnal que la consumía también a ella hasta que los inexplicables sonidos la dejaban exhausta y sin respiración.
Se daba pues media vuelta guiada por lo aplausos cálidos y hacía una venia delicada.
Los cuerpos entonces se despojan de sus asientos y en la ovación de público se plasma la admiración por la forma en que cada sonido fue transformado en el más perfecto, pero incólume, viaje erótico.

Diecinueve de Agosto, 2009

lunes, 12 de abril de 2010

Virgen, qué te duele?

Se despertó muy temprano en la mañana y al reconocer su rostro cansado en el espejo pudo notar que su cuerpo estaba cubierto de finas heridas.
Entonces su memoria la transportó al frío bosque donde se recordaba desnuda siendo suavemente aplastada por el peso del joven que la bañaba de besos, y el sonido del doloroso crujir de las ramas rasgando su espalda llegó nuevamente a sus oídos.
Recordaba que se habían revolcado con histeria en los terrenos prohibidos de la pasión y que ella con sus frías manos había palpado cada centímetro del cuerpo de su compañero sin sorprenderse, ni por un instante, con lo que tocaba.
Tal vez si en el aire helado de aquella noche hubiera habido más feromonas, el chico habría logrado poseerla, sin embargo, en el ambiente de esa noche no se respiraba más que un suave olor a hierba.
Qué cruel había sido ella al detenerlo faltando tan poco.
Qué cruel había sido ella al enfriarlo de aquella forma, en un nanosegundo, como si una tormenta de hielo se hubiera desatado sobre su ánimo cliente.
Entonces había suplicado que la disculpara por su entrega incompleta y su pánico desesperado de perder en tan pocos segundos cada gramo de inocencia en su ser.
Los dos se levantaron temblorosos de aquel prado helado y caminaron tomados de la mano, pero indiferentes, hacia la pequeña casa de ladrillo, rogando para que al salir el sol no quedara rastro de su error.
Sin embargo, ella se despertó muy temprano en la mañana y al reconocer su rostro cansado en el espejo pudo notar que su cuerpo estaba cubierto de finas heridas.

Nueve de Agosto, 2009

Mátale el Corazón de Puta.

Un rayo de luna entraba aquella noche por la ventana, iluminando su cuerpo desnudo tendido sobre aquella cama de sedas rojas, aguardando.
En el silencio podía escucharse el sonoro palpitar de su corazón joven, aguardando.
Aguardaba con los ojos como cristales impenetrables mirando el negro firmamento. Ese firmamento que parecía haber sido pintado por los dioses griegos en persona con suaves pinceladas, y salpicando de vez en vez unas cuantas nubes que describían círculos entorno al hermoso y blanco satélite, que las seducía callado.
Aguardaba a que su figura terminara de ser dibujada por el carboncillo que el apuesto joven sostenía temblorosamente en su mano izquierda.
Pero, cuál era la razón del movimiento arrítmico que se generaba en los dedos inestables del artista?
Una gota de sudor frío comenzó a resbalar por una de sus sienes, rozo la piel hasta alcanzar la mandíbula y después de perderse en la rojiza barba de aquel francés, callo débilmente sobre el cuello prensado de la camisa de algodón que cubría su pecho y que evitaba que ella viera como en medio de esas costillas, también el corazón del joven se agitaba estridentemente al son inquieto de su propio corazón rojo y palpitante.
Y entonces lo supe al instante. Supe que esa habitación con pinturas barrocas no latían dos corazones, sino uno. El mismo corazón de dos enamorados.
Los trazos de detuvieron. El retrato estaba terminado, pero el joven ya no lo observaba.
El carboncillo callo de las pálidas manos del apuesto dibujante y rodo por la fina superficie de la alfombra marrón.
El papel también se resbalo y fue a parar bajo el sofá ubicado en frente de la ventana.
El joven ya no estaba sentado en su butaco de madera y ella sencillamente había desaparecido.
Había desaparecido bajo la silueta del francés quien ya no llevaba la camisa de algodón.
Con su mano derecha acariciaba el negro cabello de esta joven asiática que se había encontrado por casualidad en un burdel, mientras que con su mano izquierda, su mano de artista, dibujaba en la piel de marfil unos finos rasguños imperceptibles en el instante, pero que arderían en la mañana.
Besaba una a una las perlas que ahorcaban suavemente el delgado cuello muy posiblemente con el fin de eliminar de asfixia a la mujer que había tenido la osadía de robarlas.
Sus labios se detuvieron en el agujerillo poco profundo que se tiene en la parte delantera del cuello, justo debajo de la barbilla y desde allí siguió con la lengua el recorrido de una cálida gotita de sudor que le supo amargo, como un mal vino de los muchos que había tenido que beber al ser el heredero del viñedo más prestigioso de las tierras francesas.
Finalmente la gota se evaporó concluyendo con su recorrido a pocos centímetros del ombligo. El joven noto la vaporosa desaparición de la pequeña humedad por lo que se detuvo y con un beso sello el trayecto justo en el centro del cuerpo.
Entonces los labios nuevamente se encontraron callando así el desesperado gemir de quien muere de placer.
Fueron minutos de exorbitante intensidad, intensidad que ahora se desvanecía generando la relajación de cada uno de los músculos de sus cuerpos, segundos antes fuertemente tensionados.
Y fue cundo una sonrisa surco sus finos labios rojos y un sentimiento de plenitud se apoderó de su espíritu libre.
Ella había viajado siempre, de cuarto en cuarto, de cama en cama, de cuerpo en cuerpo y el sentimiento que la invadía mientras abotonaba su rojo vestido de dosel era el mismo.
El más intenso vacío y la más profunda insatisfacción de sentir como ella era solo el producto extranjero y exótico del que los europeos siempre disfrutaban bebiendo de ella hasta la última gota de pasión.
Esta vez no se vestiría con rapidez esperando una paga miserable por su entrega y con ansias desesperadas de reunirse con las demás.
Esa noche dormiría desnuda con las piernas entrelazadas y siendo abrazada con amor y ternura.
Entonces despertaría a la siguiente mañana con unas pequeñas heridas en sus muslos, bañada por el sol en la ventana anunciando que esta vez ella sería la afortunada prostituta digna de haber sido transformada en la más bella asiática flor.

Ocho de Agosto, 2009

Euforia.

Recuerdo con euforia tu agitado aliento sobre mi piel pidiéndome a gritos desesperados que me volviera inmune a tus caricias y así retirar de un solo movimiento los escasos fragmentos de textil que aún cubrían mi cuerpo.
Recuerdo con euforia como tu sed no fue saciada aquella noche azul mientras las estrellas describían para mis ojos la nueva ruta de mi camino, mostrándome con claridad que tú no estabas en él.
Recuerdo con euforia como tus palabras no tocaron mis oídos por semanas y como no podías recordar las mías. Recuerdo con euforia que esa vez si fue el final de algo que creí inagotable.
Recuerdo con euforia que hace pocos instantes comencé a escribir este texto pensando que las palabras surgirían con mi avance en el papel, pero ahora sé que me he quedado corta, que ya no sé qué decir, que ya no hay nada por hablar entre tú y yo.
Entonces elijo cantar una canción, elijo entonar una melodía que simplemente me liga a ti y entonces me siento eufórica de que hayas hecho parte de mi vida, de que a tu lado haya aprendido que los besos sin amor no son más que sinsabores trágicos y poco duraderos.
Que me hayas enseñado cómo se puede hacer de un desconocido un terrible enemigo, pero así mismo, el más indispensable ser.
Agradezco que hayas sido el error dulce que no quiero volver a cometer.
Agradezco que hayas sido el pionero que resolvería mis dudas
Agradezco que de ti no que quede nada en mí, más que la oscura imagen de la escena acalorada que tus besos le dieron a mi ser.
Agradezco que ya no estés aquí.
Agradezco que yo tenga que avanzar y tú simplemente te quedes atrás.

Cinco de Agosto, 2009

domingo, 11 de abril de 2010

Prólogo

Porque cada palabra en un texto es un misterio descifrable solo por aquel que comparte la paranoia irremediable del autor.
Porque cada frase es una historia, cada coma el desamor y un punto es la mismísima muerte.
Entonces todo nace y luego llega el final.
Las silabas se extienden disparando el sinsentido que despide la intención de lo que alguna vez se dijo.
Es cuando los malos lectores persiguen las palabras con amargura esperando llegar al final de la página, solo para no comprender que justo detrás…al otro lado del papel, continua la aventura.
Y es que nadie escribe para no ser leído…que importa si lo aborrecen…que importa si lo estiman; con tal de que su nomenclatura no sea sepultada en su misma tumba: que lo entierren vivo!
De repente sí creo en la reencarnación, y la vida eterna cobra sentido…porque quién muere si se recuerdan sus hazañas? Acaso en tu memoria no navega Odiseo? No es el quijote quien encabeza tus sueños?
Poco interesa si fue real, o si es el amigo imaginario de un niñito crecido…con que una mente joven le de vida, cualquier ironía bastaría.
El universo se reduce en un pequeño libro de bolsillo…el osado líder de cualquier travesía que espera impaciente impregnar la mente del que recorre sus páginas.
Tu, lector, eres la tinta…la materia prima de cualquier creación, la mente virgen que hoy intento disuadir, arrastrar hasta mi cama y contaminar de la picardía que noche tras noche me invita a desearte.

Seis de Enero de 2010.