viernes, 11 de junio de 2010

Trece de Enero de 2010.

Llora, llora. Grita, grita…pero tú no la escuchas.
Patalea, patalea, patalea. Tratando de golpearte con sus piernecitas…pero tú no la sientes.
Convulsiona, convulsiona. Convulsiona desesperada de pensar que no te verá más.
Forcejea y forcejea contra los brazos que no la sostienen, porque tú la abandonaste, porque te fuiste para no volver.
Se golpea, se golpea y se sigue golpeando la cabeza contra la cerámica del blanco suelo que poco a poco se tiñe de un rojo cruel, pues ahora ella sangra y sangra…pero tú no haces nada por sus heridas.
Ella llora, grita, patalea, convulsiona, forcejea, se golpea y sangra hasta que sus lágrimas se agotan, sus gritos se apagan, sus piernas se desgarran, su cuerpo se estremece y su roja sangre se hace agua.
Entonces ya no tiene por qué llorar, gritar, patalear, convulsionar, forcejear, golpearse o gritar.
Pues ahora, tendida inerte junto a tu cuerpo en aquel ataúd, ella sabe que está contigo.

sábado, 5 de junio de 2010

Allá.

“Próxima parada” Dice una voz proveniente de no sé dónde.
Se escucha clara, pero yo parezco no encontrarme ahí.
Alguien duerme a mi lado. Siento su peso en mi hombro, pero está muy oscuro para ver y yo, muy distante para sentir.
Su respirar calmado me agita pues me desconcentra, me hace creer que estoy en el tren más que Allá.
Allá, le dicen.
- Abre los ojos y regresa de Allá.!!! –.
Pero no puedo. Ese lugar al que me escapo a diario, está muy dentro de mí como para salir de él.
Es cuando abro los ojos y pinto en mis pupilas un mirada fija, Adquiero, entonces, una apariencia de concentración.
Pero es sólo eso. Una apariencia, un disfraz, un engaño. Todo, menos lo que soy.
Allí afuera la gente suele verme caminar, se quedan viendo, les parezco demasiado interesante; pero no logran comprender por qué. No lo alcanzan a ver.
Y es que no es una respuesta que se encuentra en la perfección que irradio…porque sencillamente no está ahí afuera donde todos miran intentando descifrarme con curiosidad. Es algo ajeno a lo tangible, se sale del tiempo, se escapa de la realidad.
Percibo a mi compañero despertarse sobresaltado por el movimiento brusco del vehículo al llegar a su estación.
Luego se mueve. Ya no está.
Siento haberme quedado sola. En realidad, en ningún momento dejé de estarlo.
Me he quedado todo el tiempo allá.
Aquí.
Hablando conmigo.
Hablando contigo.

“Próxima parada” se escucha…
Aquí te bajas.
Abre los ojos, mueve los pies.
La gente te mira…pero tú: hace tiempo de fuiste de ahí.


Veintitrés de Abril, 2010.

martes, 1 de junio de 2010

La Otra.

Perlada, la luna, esta noche te observa.
Su iluminar incesante cautiva la oscuridad de tus pupilas. Penetra tus cienes, se escabulle por las venas y te seca el corazón.
Sueles repetirme al oído contantemente que sólo a mí me amas, pero no me puedo permitir creerte.
La amas a ella tanto como a mí. La esperas con ansias durante 27 días, y cuando llega te dejas seducir en su noche, apartando tu vista de mi cuerpo desnudo para desvestir su blancura con el más impuro deseo.
La humedad de tus ojos desaparece y se cristalizan de tanto resplandor.
Ella te coquetea en silencio pues sabe que el resto de las noches eres mío. Entonces, se menea con los movimientos más imperceptibles en el velo negro de la idílica noche.
La deseas tanto, pero nunca has logrado poseerla.
Con el paso de las horas ella se pierde, y al llegar la mañana sólo yo estoy a tu lado.
Me miras… me acaricias…ahora si recuerdas que me amas, que lo harás hasta que ella vuelva. Pero en silencio ruegas para que los próximos 27 anocheceres duren menos que la última vez.

Veintisiete de Mayo de 2010.