lunes, 12 de abril de 2010

Euforia.

Recuerdo con euforia tu agitado aliento sobre mi piel pidiéndome a gritos desesperados que me volviera inmune a tus caricias y así retirar de un solo movimiento los escasos fragmentos de textil que aún cubrían mi cuerpo.
Recuerdo con euforia como tu sed no fue saciada aquella noche azul mientras las estrellas describían para mis ojos la nueva ruta de mi camino, mostrándome con claridad que tú no estabas en él.
Recuerdo con euforia como tus palabras no tocaron mis oídos por semanas y como no podías recordar las mías. Recuerdo con euforia que esa vez si fue el final de algo que creí inagotable.
Recuerdo con euforia que hace pocos instantes comencé a escribir este texto pensando que las palabras surgirían con mi avance en el papel, pero ahora sé que me he quedado corta, que ya no sé qué decir, que ya no hay nada por hablar entre tú y yo.
Entonces elijo cantar una canción, elijo entonar una melodía que simplemente me liga a ti y entonces me siento eufórica de que hayas hecho parte de mi vida, de que a tu lado haya aprendido que los besos sin amor no son más que sinsabores trágicos y poco duraderos.
Que me hayas enseñado cómo se puede hacer de un desconocido un terrible enemigo, pero así mismo, el más indispensable ser.
Agradezco que hayas sido el error dulce que no quiero volver a cometer.
Agradezco que hayas sido el pionero que resolvería mis dudas
Agradezco que de ti no que quede nada en mí, más que la oscura imagen de la escena acalorada que tus besos le dieron a mi ser.
Agradezco que ya no estés aquí.
Agradezco que yo tenga que avanzar y tú simplemente te quedes atrás.

Cinco de Agosto, 2009

No hay comentarios: