martes, 11 de mayo de 2010

Lo que ya no puedes ver.

Lo que más recuerdo son esas miradas.
La forma contorneada como me perdía en tu iris penetrante, con una facilidad que me hacía sentir tus ojos color tierra como una sustancia acuosa que no habría atravesado con un dedo, pero en la que me sumergía a diario.
Recuerdo esa mirada porque ninguna esfera ocular ha generado la mísma sensación en mí, y es lo que más me hace falta.
Sentirme perseguida hasta las cuencas de los ojos como por un extraño hasta que mi pupila redonda se desnudaba, y con ella el resto de mi cuerpo pues resultabas siendo el sujeto que mejor me conocía.
Amé nuestras conversaciones calladas, la manera en que te gritaba con el ceño hasta que hacíamos las paces…era cuando las vistas volvían a clavarse cálidas y todo en ellas era verdad.
Muchas veces me dijsite que me amabas, y cómo no creerle a la humedad que despedían tus ojos cada vez que, con tus dedos puestos sobre mis párpados, me lo decías.
Muchas otras veces no dijiste nada. Pero esas frases, que no llegué a escuchar, nunca fueron necesarias. En mis oidos era melodia ese movimiento de izquierda a derecha que bailaba tu retina buscando descifrar el magnetismo que nos consumía.
Me sé tus ojos de memoria.

Pero sierro los míos tranquila pues sé que tú... aun los recuerdas.