martes, 13 de abril de 2010

Sonidos Orgásmicos.

Todos los rostros mirando en su dirección…a la espera.
Todas las pupilas dilatadas por su presencia…a la espera.
Y ella: a la espera…comenzó.
Entonces el gran auditorio se llenó de la conocida melodía y poco a poco todos los instrumentos de la orquesta se unieron al son de su batuta.
Nadie entendía nunca cómo lo lograba, pero su dirección hacía que en el público los cuerpos se calentaran de repente y sintieran excitación, excitación que era sólo saciada por los sonidos orgásmicos de las cuerdas al ser rozadas, los vientos al ser soplados, las percusiones al ser golpeadas.
Lágrimas en los ojos de los espectadores, jadeante la quietud de los oyentes, ávida la sed de los presentes.
Pero en ella cada uno de los movimientos era siempre fríamente calculado. Controlaba sus sentidos de una forma enigmática.
Al final de cada pieza, sólo las gotas de sudor en medio de su pecho podían confirmar la obsesión carnal que la consumía también a ella hasta que los inexplicables sonidos la dejaban exhausta y sin respiración.
Se daba pues media vuelta guiada por lo aplausos cálidos y hacía una venia delicada.
Los cuerpos entonces se despojan de sus asientos y en la ovación de público se plasma la admiración por la forma en que cada sonido fue transformado en el más perfecto, pero incólume, viaje erótico.

Diecinueve de Agosto, 2009

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