domingo, 11 de abril de 2010

Prólogo

Porque cada palabra en un texto es un misterio descifrable solo por aquel que comparte la paranoia irremediable del autor.
Porque cada frase es una historia, cada coma el desamor y un punto es la mismísima muerte.
Entonces todo nace y luego llega el final.
Las silabas se extienden disparando el sinsentido que despide la intención de lo que alguna vez se dijo.
Es cuando los malos lectores persiguen las palabras con amargura esperando llegar al final de la página, solo para no comprender que justo detrás…al otro lado del papel, continua la aventura.
Y es que nadie escribe para no ser leído…que importa si lo aborrecen…que importa si lo estiman; con tal de que su nomenclatura no sea sepultada en su misma tumba: que lo entierren vivo!
De repente sí creo en la reencarnación, y la vida eterna cobra sentido…porque quién muere si se recuerdan sus hazañas? Acaso en tu memoria no navega Odiseo? No es el quijote quien encabeza tus sueños?
Poco interesa si fue real, o si es el amigo imaginario de un niñito crecido…con que una mente joven le de vida, cualquier ironía bastaría.
El universo se reduce en un pequeño libro de bolsillo…el osado líder de cualquier travesía que espera impaciente impregnar la mente del que recorre sus páginas.
Tu, lector, eres la tinta…la materia prima de cualquier creación, la mente virgen que hoy intento disuadir, arrastrar hasta mi cama y contaminar de la picardía que noche tras noche me invita a desearte.

Seis de Enero de 2010.